Por: María Alejandra Arboleda
Cuando las democracias están en crisis su defensa debe darse desde tres aspectos: instancias participativas, fortalecimiento institucional y, por supuesto, más democracia. En este sentido, es fundamental que el Gobierno Nacional oriente un diálogo que reconozca la composición del territorio nacional y el amplio número de regiones que tenemos. Solo atendiendo cada una de las demandas podremos empezar a buscar soluciones a los graves problemas económicos y sociales de cada región. Pero, este proceso, implica que cada uno de los actores – tanto Gobierno como manifestantes- empiece a ceder y a comprender que la población no puede continuar asumiendo y sufriendo las consecuencias de los bloqueos que hemos vivido, a primera voz, durante los últimos días.
En este momento, es necesario que el presidente Iván Duque asuma un liderazgo de cara al ciudadano. Un liderazgo que entienda la importancia de atender a cada región de manera diferencial. Su presencia y la de su gabinete, entonces, se hace indispensable para articularse con los actores estratégicos que han estado adelantando diálogos con los manifestantes. En definitiva, es momento de un liderazgo colectivo que reconozca a cada actor y que entienda la necesidad de reconstruir la confianza en la Institucionalidad, para lograr, solo entonces, un acuerdo en lo fundamental.
Cali ha sido epicentro, durante los últimos días, de varias situaciones que no pueden ser desconocidas. Por un lado, de un conjunto de demandas sociales de muchos ciudadanos que se han visto materializadas en las manifestaciones. Por el otro, de una pérdida de autoridad y de actos violentos que han cobrado la vida de los caleños. Es por ello central que este diálogo de cara a las regiones inicie en Cali. Este espacio debe permitir la búsqueda de soluciones para la grave situación social, económica y de inseguridad que vive la ciudad. Ahora, para iniciar estos diálogos, el primer paso debe ser centrarse en desescalar la violencia para defender la vida de cada colombiano, al igual que lograr la disolución de los bloqueos para que las demandas legítimas que tienen estos grupos ciudadanos sean atendidas en instancias participativas.
Hoy más que nunca el llamado debe ser a defender la vida, la democracia y la libertad, y la mejor herramienta para alcanzarlo son las instancias participativas, pues solo a través del diálogo se podrán alcanzar soluciones conjuntas para la grave situación económica y social del país, soluciones que permitan adelantar las reformas que necesitamos. Pero esto no es lo único que debe ser priorizado. Es también importante recuperar la confianza en las instituciones y en gobernantes. Esto implica, entonces, primero, que los liderazgos y las acciones estén de cara al ciudadano en todo momento y no solo por cálculos electorales y segundo, tener un gobierno no solo más abierto, sino plural y transparente en función de la ciudadanía.
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